La montaña rusa del emprendedor

¿Cuántas veces escuchamos la frase “Tienes que salir de la zona de confort’? Se dice y se lee muy fácilmente, pero llevar a la práctica eso es muy difícil para cualquier persona.
Aquella persona que decide emprender o que renunció a su trabajo en relación de dependencia por seguir sus sueños se escapó de la comodidad y decidió ir por más. Emprender es, no literalmente, pero si en la práctica, sinónimo de incertidumbre. Cada día hay nuevos retos por afrontar y nuevas decisiones que tomar. Muchas personas desean emprender, porque identifican que ese puede ser el camino hacia su independencia económica, su libertad profesional, e incluso su crecimiento personal, pero el miedo a lo desconocido los hace dudar una y otra vez: algunos se animan más rápido, aunque otros tardan años, y por supuesto muchos desisten en el camino.
Por lo tanto, es sumamente importante comprender que cada persona tiene sus tiempos, y que no hay que alimentar ciertas expectativas irracionales, producto de una posible fantasía de realización, dado que luego es extremadamente complicado lidiar con la frustración generada por aquellas cosas que pudiendo fallar en el camino emprendedor, finalmente fallan. Nada en la vida del emprendedor es lineal; nada en absoluto.
Un ejemplo que suele utilizarse cuando se trata este tópico es el de la metáfora de la Montaña rusa: comienza lenta y tranquila, en el medio del recorrido da montones de vueltas (cambios de dirección, de velocidad y hasta de posición; sube lento y baja rápido o viceversa), y muchas veces termina de golpe. Así es el emprendimiento, con la particularidad extra de que, al igual que la montaña rusa, vuelve a repetirse cada vez que se aprieta el botón de encendido. No es para cualquiera.
Emprender es eso, una montaña rusa de éxitos, miedos, fracasos, frustraciones, independencia y valentía, condimentada con cantidades exorbitantes de conocimiento y aprendizaje. Son los mismos emprendedores los que colocan aquellos límites personales que muchas veces no los dejan expandirse, sin comprender que justo allí está el desafío y la emoción.
Es cierto que no se puede asegurar un camino sencillo en el emprendimiento, pero no hay duda que el aprendizaje que se obtendrá al transitarlo será constante, ininterrumpido, generoso y voluminoso. Al emprender se adquieren nuevas habilidades, conocimientos y experiencias, se conoce a otros emprendedores que pueden estar a la par nuestra con quienes compartir dolores comunes, o más experimentados que nos guiarán en nuestro derrotero al éxito, siempre generando una red de contactos orientada unánimemente a la ayuda mutua. Todo esto ayuda al emprendedor a aumentar su confianza, al observar o recibir instrucciones acerca de cómo enfrentar y superar los desafíos de un emprendimiento.
Si hoy te encuentras en duda y no sabes si salir de esa zona de confort, recuerda la frase (bastante trillada, pero no por eso menos cierta) que reza: “avanza a pesar de los nervios o del miedo”, porque si se nos genera alguna de esas sensaciones debes saber que no solo son normales, sino que puedes encontrar otros como tú dispuestos a ayudarte...