Los tres mundos de Mavro

¿Cómo podríamos explicar la creatividad humana, sin pensar en que es una, o varias, cosas que las personas tenemos en nuestro interior?
Si hablamos de creatividad como una cosa que tenemos o, peor aún, con la que nacemos corremos el riesgo de creernos que podemos crear de la nada. Si bien todas las personas tenemos la capacidad y el potencial de ser creativos y desarrollar la creatividad, pensarla en términos de un sustantivo puede traernos algunas complicaciones.
¿Cuántos mundos hay?
Existe una forma muy interesante de pensar a la creatividad, que no es como un sustantivo, sino como una acción. La acción creativa es algo que sucede entre dos o más mundos. Pero, ¿cuántos mundos hay y cómo se debe pensar en ellos para poder entender a la creatividad?
Los humanos estamos en este planeta hace más o menos cuatro millones de años pero, mucho antes de eso, nuestro planeta era todo naturaleza. Los reinos de la naturaleza, el animal, vegetal y mineral, se encontraban en “estado puro”; todavía los humanos no habíamos comenzado a transformar la naturaleza.
Podemos decir, entonces, que uno de los mundos en el que vivimos es el de la naturaleza o mundo natural.
Hace unos dos millones de años, los humanos empezamos a tomar materiales de la naturaleza y transformarlos: primero fueron las cosas hechas de piedra, luego el arco, la flecha y la lámpara de aceite. Y todavía más cerca de nuestro tiempo, hace unos doce mil años, comenzamos con la domesticación de los animales y un poco después con la agricultura. A estas últimas dos invenciones humanas las llamo artificios.
Queda claro que con la creatividad humana aparecen las primeras invenciones; algunas son tangibles, cómo herramientas y armas (artefactos) y otras intangibles, como la domesticación de animales y la agricultura, que son métodos o formas de hacer las cosas (artificios).
A medida que el tiempo fue pasando, las invenciones resultaron cada vez más seguidas. En la actualidad, minuto a minuto existen desarrollos de nuevas tecnologías. De hecho, hay toda una teoría sobre la forma exponencial en que aparecen las invenciones tecnológicas. A todo lo que los humanos creamos lo llamamos mundo artificial. Éste es nuestro segundo mundo (el primero es el natural).
Pero todavía falta un tercero, que se relaciona muy de cerca con los otros dos, y es el mundo mental; el de las ideas. Éste no sólo está dentro nuestro, sino que lo exteriorizamos convirtiendo las ideas en artefactos y artificios (arte, cultura, tecnología). Y lo mismo sucede en sentido contrario: internalizamos las cosas que existen en los mundos naturales y artificiales convirtiéndolas en ideas (conceptos, conocimientos, experiencias).
El mundo artificial y el mundo mental existen porque nosotros, a través de nuestras acciones, los hacemos interactuar. Esas acciones que realizamos para que estos mundos se vinculen e intercambien elementos unos con otros son acciones creativas.
Lo importante es que esta forma de comprender la creatividad nos permite ver que, a diferencia de lo que muchos piensan, ¡no se puede crear de la nada!
Absolutamente todos los elementos del mundo mental y del artificial fueron creados tomando elementos de uno y otro, ya sea desde el primer invento hasta las tecnologías y los conceptos más complejos, como el de la inteligencia artificial.
Entonces, esta manera de entender a la creatividad nos permite pensar en un único proceso creativo humano, que comenzó hace millones de años con ideas, artefactos y artificios muy sencillos y que, a medida que pasó el tiempo, se fueron combinando, reinterpretando, readaptando desarrollando, divergiendo, convergiendo y complejizando hasta hoy en día.
Ahora bien, si yo digo que este artículo lo creé yo, ¿qué estoy diciendo en realidad? Que ninguna idea que describí fue creada de la nada; tuve que combinar, comprender y reelaborar mucho conocimiento de años, lecturas y conversaciones, clases dadas, reflexiones y un montón de cosas más que ni siquiera podría enumerar.
Es decir, tomé mucho conocimiento de personas que pensaron esto antes que yo: internalicé ese conocimiento, lo externalice de varias formas y reflexioné sobre las reacciones de otras personas que me dieron su opinión. Volví a internalizar hasta que con el procesador de texto, el sistema operativo, mi computadora, internet, Médium y un montón de cosas más apareció este artículo. Entonces, puedo decir muchas cosas, pero no que este texto fue creado de la nada.
Lo que sí puedo decir es que estas acciones que antes describí, y que sirven para que los tres mundos hayan interactuado y pudiera existir este artículo, fueron realizadas por mí. Así como hay otras acciones que realizaron y realizan otras personas para que este texto se siga leyendo.
Mientras siga publicado, muchas personas tomarán una o más ideas que luego contarán, combinarán, interpretarán y convertirán en alguna otra cosa. O les disparará una idea que mantendrán en su cabeza hasta que se imagine posibles destinos. ¿Quién sabe qué pasará con todas estas cuestiones?
Lo importante es comprender que somos las personas las que intervenimos en este proceso creativo humano todo el tiempo.
Oficina Nacional de Tecnologías de la Información (ONTI) / UNLaM. Argentina